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¿Cómo Mantener La Piel Hidratada?

La resequedad en la piel es uno de los problemas más comunes que enfrentamos, pero no te preocupes, ¡es completamente normal! A menudo, nuestra piel se ve afectada por diversos factores como el clima o la falta de una rutina adecuada de hidratación. En BeautyCare®, te ofrecemos consejos prácticos para mantener tu piel siempre hidratada y libre de la resequedad en la piel.

Causas de la resequedad en la piel

Todas deseamos tener una piel hidratada y saludable, pero a veces la resequedad en la piel parece ir en contra de nuestros esfuerzos. Sin embargo, es importante entender que esto es completamente natural y puede ser causado por factores tanto internos como externos.


El clima es uno de los factores principales que genera resequedad en la piel. Por ejemplo, los ambientes secos o aquellos que requieren calefacción, como en invierno, pueden agotar la hidratación natural de la piel, dejándola reseca.

Otros factores que pueden contribuir a la resequedad en la piel incluyen:

  • El tipo de ropa que usamos.
  • La alimentación que llevamos.
  • El cloro en el agua.
  • El uso de productos que resecan.
  • La falta de hidratación adecuada.

Existen también condiciones dermatológicas, como la dermatitis, que pueden intensificar la resequedad en la piel. Estas incluyen:

  • Dermatitis de contacto: Reacción a productos químicos que irritan la piel, generando áreas de resequedad localizada.
  • Dermatitis seborreica: Exceso de grasa en la piel que causa enrojecimiento y escamas.
  • Dermatitis atópica: También conocida como eccema, provoca parches secos y escamosos.

¿Cómo mantener la piel hidratada?

La Asociación Académica de Dermatología de los Estados Unidos (AAD) proporciona diversas recomendaciones para tratar la resequedad en la piel y asegurar una hidratación adecuada:

  1. Cuidados en la ducha: Evita baños largos con agua caliente, ya que estos pueden agotar la hidratación de tu piel. Opta por duchas cortas con agua tibia y usa productos suaves para evitar irritaciones.
  2. Crema hidratante: Aplica una crema hidratante en tu piel después de la ducha, tanto en el cuerpo como en el rostro. La piel de tu rostro es más delicada, así que asegúrate de usar productos específicos para esta zona.
  3. Protege áreas sensibles: No olvides hidratar áreas como los labios, que también pueden sufrir de resequedad en la piel. Utiliza bálsamos labiales para mantenerlos suaves.
  4. Evita productos agresivos: Algunos productos, como los que contienen alcohol, alfa-hidroxiácidos o retinoides, pueden empeorar la resequedad en la piel. Evita su uso para no irritar aún más tu piel.
  5. Elige ropa cómoda: Usa prendas de tejidos suaves como el algodón y detergentes hipoalergénicos que no resequen ni irriten la piel.

Rutinas de belleza para una piel hidratada

El cuidado de la piel es esencial para evitar la resequedad en la piel y mantenerla siempre hidratada. Una rutina de belleza no solo te ayudará a lograrlo, sino que también te ofrecerá un momento de relax. Aquí te damos algunos consejos clave para mantener tu piel hidratada:

  • Limpiador suave: Usa un limpiador que no sea agresivo con tu piel y respete su pH. Evita productos con alcohol o toallitas desmaquillantes que puedan generar fricción y empeorar la resequedad en la piel.
  • Humectante diario: Si tienes la piel reseca, el uso de un humectante es fundamental. Aplícalo mientras tu piel aún esté mojada para sellar la hidratación.
  • Protección solar: El protector solar es un paso indispensable en tu rutina diaria, incluso si el clima está nublado. Protege tu piel de los daños solares para evitar la pérdida de hidratación.
  • Desmaquillado adecuado: Asegúrate de limpiar tu rostro correctamente de impurezas y maquillaje. Esto ayudará a mantener la hidratación de tu piel y a prevenir la resequedad.
  • Humectante nocturno: Aplica un humectante antes de dormir para asegurar que tu piel esté hidratada durante la noche.

Si a pesar de estos cuidados, la resequedad en la piel persiste, es importante que consultes a un dermatólogo para obtener un diagnóstico y tratamiento adecuado.

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